“Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo.” (Mateo 5:13-14)
En las tranquilas colinas de Yeoju, Corea del Sur, la Prisión de Somang se alza como un faro de compasión y transformación cristiana. A diferencia de los centros penitenciarios tradicionales, centrados en el castigo y el aislamiento, Somang opera sobre una base diferente: el Evangelio. Es el primer y único centro penitenciario privado sin fines de lucro de Asia para hombres adultos, administrado por la Fundación Agape con financiación y apoyo del gobierno surcoreano. Pero más que su estructura o sus programas, lo que realmente distingue a Somang es cómo vive la visión compartida por la Alianza Evangélica Mundial (AEM): que el Evangelio es para todos y que los verdaderos discípulos de Cristo están llamados a ser sal y luz en el mundo.

Un lugar donde la gracia reemplaza la vergüenza
La Prisión de Somang no trata a los reclusos como causas perdidas, sino como seres humanos creados a imagen de Dios. Al ingresar, los reclusos se someten a una serie de evaluaciones emocionales y psicológicas, terapia musical y artística, y capacitación en empatía. Reciben oportunidades educativas, capacitación laboral y mentoría diaria por parte de más de 600 voluntarios cristianos capacitados.
Los guardias comparten las comidas con los reclusos. Los oficiales saludan a los presos con un lenguaje cortés y, a menudo, por su nombre. Esto no es sentimentalismo, sino dignidad deliberada, inspirada por el Evangelio. Es la sal que preserva lo bueno y la luz que revela lo posible.
Transformación medible
El impacto es innegable. Mientras que la tasa nacional de reincidencia en Corea del Sur ronda los 25%, la de Somang se mantiene entre 4% y 6%. Solo un pequeño porcentaje de los reclusos son cristianos al ingresar —menos del 10%—, pero casi el 80% egresa con fe en Cristo. Esa transformación no se impone; se presencia, se modela y se elige.
Esta es la visión de la WEA en acción: no solo convertir, sino restaurar. Sanar donde había fragilidad. Servir, no juzgar. Incluir, no excluir.
El Evangelio para todos
La WEA siempre ha defendido un Evangelio que trasciende los muros de las iglesias. En un mundo lleno de división, desesperación e injusticia, la alianza aboga por la integridad: la dignidad humana, la paz y la justicia compasiva. Junto con la Confraternidad Penitenciaria de Corea, la WEA busca visibilizar a los olvidados, apoyando activamente iniciativas que brindan esperanza y rehabilitación a las personas encarceladas, amplificando el impacto de ministerios como el de la Prisión de Somang.
Jesús dijo: «Estuve en la cárcel y vinieron a visitarme» (Mateo 25:36). En Somang, los cristianos no solo visitan. Se quedan, sirven y sanan. Viven el amor de Cristo en uno de los lugares más difíciles y olvidados de la sociedad.

Un modelo que vale la pena repetir
Durante el servicio religioso del miércoles por la noche, la Dra. Peirong Lin, Secretaria General Adjunta de la WEA, reflexionó sobre Hechos 16:23-33 y ofreció un mensaje conmovedor sobre el significado y la práctica de la verdadera adoración. Su sermón resonó profundamente tanto con los reclusos como con los visitantes, recordándoles que la adoración no se limita a la música ni a los rituales, sino que es la entrega plena de nuestras vidas a Dios en toda circunstancia, algo que muchos en Somang han llegado a encarnar a través de su vida diaria de arrepentimiento y renovación. El Evangelio es para todos y todos tenemos la responsabilidad individual de seguir siendo Sal y Luz.
El éxito de Somang ha captado la atención de funcionarios de prisiones de toda Asia y el mundo. Pero la verdadera pregunta no es si podemos copiar su modelo, sino si podemos abrazar su esencia: un corazón moldeado por el Evangelio, que late por los marginados, trabajando con el mismo propósito, cada uno con sus propios dones y vocación.
A medida que la WEA continúa su misión global, esperamos que lugares como Somang inspiren a iglesias, gobiernos y creyentes a preguntar: ¿Dónde estamos llamados a ser sal y luz hoy?